«Carne de cañón» de Aroha Travé es el cómic de barrio más real y certero del siglo.

Hablar de los ochenta en España, o más bien de la moda de los ochenta, es un tema que queda a día de hoy como vintage o molón. Y es que la historia es cíclica, más o menos, y todo vuelve. Si no fuera por el cambio climático, estaríamos de aquí a dos días llevando de nuevo pana. Sin embargo, lo que no está tan de moda son los noventa. Y es que mucha gente tiene la manía de decir o confundir que vivió en los ochenta cuando realmente nació a finales de estos y creció en los noventa. Una década bastante denostada que queda retratada a la perfección en Carne de Cañón de Aroha Travé. Y es que los noventa fueron tremendamente diferentes, y en según qué barrios de extrarradio duros y difíciles. Y eso es lo que presenta la autora, de una forma genial.

Carne de Cañón cuenta historias muy cotidianas centradas en la vida de tres hermanos llamados Yanira, Kilian y Jose. O como la autora los presenta: la Yanira, el Kilian y el Jose. Jose es todavía pequeño para meterse en líos, aunque nunca se sabe, pero tanto Yanira como Kilian conseguirán meterse en los suficientes como para arrastrarlo a él también. Y es que leyendo este cómic sólo puedes pensar, ¿cómo siguen vivos estos niños? Para empezar, se trata de una familia donde sólo está presente la madre, quien por lo tanto debe salir a trabajar para mantener a sus tres pequeños. Ésta es la excusa perfecta para que los dos mayores hagan el cafre. Lo que termina con Kilian dándose el golpe de su vida contra una mesa, haciéndose una herida en la frente y sangrando como un gorrino. Problemas de vivir en el extrarradio y no tener adultos alrededor. Los niños deben buscar cómo solucionar el entuerto para que no les riña la madre al volver.

Los tres hermanos necesitan a alguien que les acerque hasta urgencias. Y es aquí cuando entran en escena los vecinos del barrio, en especial dos “jevis” adictos a los porros y con una higiene muy cuestionable. Estos “adultos”, por lo menos a los ojos de los niños, acompañarán a los dos hermanos y todos en caterva, incluido Jose, entrarán en urgencias. Y a partir de aquí girará todo el tomo, ya que desde ese momento la lectura irá enfocada no sólo a las desventuras de los hermanos, sino en especial de todo aquello que los rodea. Y que refleja una realidad más que reconocida de quienes nos criamos en los noventa: edificios de hormigón muy feos y cuadriculados, descampados destrozados llenos de jeringuillas, sofás y material de obra desechado, vandalismo… si bien no todos vivíamos en esos barrios, todos los conocíamos, y coincidíamos en clase con esas realidades. Obviamente, aunque ésa fuera la realidad de algunos compañeros, y de los protagonistas de este cómic, su entorno los condicionaba, pero no los definía. Y es que, como puede observarse en Carne de Cañón, el barrio está lleno de todo tipo de gente. Sobre todo, gente buena, con sus más y sus menos, pero buena.

Aroha Travé ha creado un gran universo en un espacio muy reducido como es un barrio de la periferia. Además, la forma de expresarse de los personajes se ajusta a lo que se espera de ellos. No es la primera vez que en cómics de este estilo los protagonistas tienen una dicción perfecta. Éste no es el caso, cada uno de ellos tienen una forma distinta de hablar y expresarse. Y es parte de lo que hace tan creíble a estos personajes. Yanira y Kilian hablan como los niños que son, y utilizan expresiones que han oído a los adultos de los que viven rodeados y algunas propias. Por su parte, los adultos muchas veces no entienden a los niños, o directamente no les escuchan. Ellos tienen sus propios problemas, aunque no dejan de preocuparse por ellos.

De entre todos los adultos hay que hacer una mención especial a la madre de los protagonistas. Sin pelos en la lengua, bruta y gritona como ella sola. Pasa de “os voy a matar si hacéis…” a “nadie os quiere más que vuestra madre”. Y ambas son verdad. Pese a ser una familia de cuatro, donde ella tiene que tirar sola del carro, y pese a dejarlos solos en más de una ocasión en casa, los tres hermanos no pueden estar mejor atendidos. Ni mucho menos, mejor queridos. Y es que la familia se enfrenta a problemas económicos, de salud y de identidad, y es ella sola quien se encarga de absolutamente de todo. Viven rodeados de desgracias relacionadas con las drogas, y aun así es capaz de hacerles entender (o por lo menos intentarlo) el problema que éstas suponen. Se encarga de darles techo y comida, de llevarlos al colegio, y perseguir al inútil del padre para que ejerza como tal sin que los niños se enteren de todo lo que ello conlleva.

Además de todo esto, Aroha Travé trata en Carne de Cañón temas como la diferencia social y educacional, la drogadicción, la identidad sexual, los abusos (tanto a menores, como el bullying), las minusvalías, la muerte, las familias disfuncionales… y todo desde una óptica muy inocente, ya que todo se desarrolla en torno a los niños.

El apartado artístico de Carne de Cañón es muy curioso. Respecto al dibujo, Aroha Travé tiene un estilo muy cercano al cómic underground que hace años reinaba en El Víbora. A este respecto, y como ya comentamos en el artículo relacionado con el relanzamiento durante la cuarentena, fue ella misma quien creó la primera portada de la nueva edición digital de El Víbora. Cada página tiene únicamente dos viñetas, por lo que el desarrollo se crea mayormente en los textos que acompañan a cada escena. Y aunque esto puede parecer complicado, funciona a la perfección. No hay ni una sola viñeta que no tenga un dibujo detallado hasta el último centímetro libre. Por haber dibujado, Aroha ha incluso dibujado el papel pintado de las paredes del piso donde viven los protagonistas. Todo el cómic es en blanco y negro, sin degradados en gris (algo que sería lo normal en un cómic de estas características). Si existen sombras es porque la autora las ha creado mediante líneas, lo que hace que sus dibujos sean igual de potentes y toscos que sus personajes.

Es posible que el cómic, debido a su temática, parezca no apto para un público que no ha vivido los noventa. Sin embargo, todo lo contrario, Aroha Travé ha hecho algo muy inteligente. Unir las situaciones más cotidianas, y normalizadas, de inicios de los noventa y las ha unido con algunos detalles mucho más actuales para que sean accesibles para todo tipo de público joven/adulto. Un claro ejemplo son los móviles, que en aquel entonces no tenían whatsapp y, sin embargo, en un momento dado, en los mensajes que hace años se enviaban a los programas de televisión durante su emisión aparece un mensaje de un hombre que pide que sólo le envíen “wasaps”. A este respecto la autora hace referencias a iconos de la época como Mónica Naranjo (que pasa a llamarse Lorena Limón) que pasarán desapercibidos para algunos lectores más jóvenes, pero que hacen las delicias de aquellos que sí vivieron los noventa en todo su esplendor.

En cuanto a su narrativa, Aroha Travé es capaz de contar mucho en muy poco espacio. Cuenta con la inteligencia del lector para rellenar los pequeños huecos que ella deja en la historia, de forma intencionada. Pero, además, toda la información que no da de forma explícita en sus textos, lo hace en sus ilustraciones. Como ya se ha comentado, Carne de Cañón tiene un dibujo completamente detallado al milímetro. Y todos y cada uno de sus detalles son necesarios, hasta la última colilla de la calle. Ya que ayudan a entender el entorno en que se han criado los personajes, y el porqué de su actitud ante la vida y las situaciones que viven. Y es que esta autora está obsesionada con dichos detalles. Además, de forma explícita agradece durante toda la obra la confianza en ella que han tenido sus editores. El apellido de Emilio Bernárdez (editor jefe de La Cúpula) aparece en varios momentos, en carteles y propaganda.

Respecto a la edición de Carne de Cañón por parte de La Cúpula, se trata de un tomo único de tamaño reducido que se asemeja en aspecto a una novela de bolsillo (12 x 18,4 cm). Con tapas blandas de cartoné con solapas, pero con un papel bastante grueso, lo suficiente como para aguantar a los tremendos protagonistas de esta historia. Resistente y muy acorde a su interior. El tamaño de las viñetas es perfecto para disfrutar de todos y cada uno de los detalles.

Pese a ser su primera obra publicada por una editorial, Aroha Travé ha demostrado ser Carne de Cañón para crear grandes obras y proyectos. Con un enorme potencial para crear historias con unos personajes completamente realistas y entrañables, dará mucho que hablar en muy poco tiempo. Por el momento, disfrutemos de esta ópera prima tan dura y bruta como extremadamente divertida.

Título: Carne de Cañón
Guión, dibujo y color: Aroha Travé
Edición Nacional: La Cúpula
Formato: Rústica con solapas          
Precio: 12,90 €